El hada del bosque
Hoy he hecho una locurilla al salir de trabajar. He aparcado mi coche cerca de un pinar donde vivo y he ido andando de noche por los caminos con una mochila en la que llevaba una toalla gigante y una caja de preservativos que compré ayer pensando que iba a quedar con "C".
Cuando ya estaba en el corazón del bosque, aprovechando la luna todavía casi llena, he extendido la toalla en el suelo y me he desnudado entera. Hacía algo de frío, pero a la vez mi temperatura elevada lo compensaba. He encendido un cigarrillo y me he tumbado a contemplar la luna mientras, casi sin querer, mi mano empezaba a acariciarme los pechos, para acabar entre mis piernas.
He buscado un árbol con algún saliente lo suficientemente parecido a un pene, pero no he encontrado nada (diablos, tengo que comprarme un consolador ¡¡ya!!) por lo que he cogido algunas piedras de diferente tamaño, y las he metido en un preservativo. Me he sentado de rodillas como deseando que alguien que pasara pudiera verme ahí sumisa, esperando ser follada y me he metido una a una las piedras dentro de mi cuerpo. Mientras me movía o convulsionaba, las piedras iban golpeando mi vagina por dentro, mientras yo seguía y seguía acariciándome sin casi darme cuenta de que mis suspiros se tornaban gemidos.
Hubiera deseado con todo el ardor de mi cuerpo que alguien los oyera, y viniera a apagar el fuego que crecía dentro de mí. Usé otro preservativo para llenarme el culito también de piedras, y de cuclillas, dí saltos sobre la mochila como si me la estuviera follando hasta que exploté de placer.
Tras eso, volvi a encender un cigarrillo para quedarme tumbada de lado, mientras mi cuerpo se iba enfriando todavía con las piedras ahora calmadas en el interior. Mientras me quedaba sola en el pinar, con la solitaria compañía del humo que rozaba mis labios.
2 comentarios
Nuria -
Ya sé que he de comprarme un consolador.
ananke -
Saludos